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Cómo convertir una plaga de pulgón en una gran oportunidad para diferenciarte

En nuestra búsqueda de personas con historias inspiradoras para las nuevas generaciones de profesionales agrícolas, esta vez hemos tenido ocasión de charlar con Ernest Mas. Un agricultor con una larga tradición familiar a sus espaldas que está demostrando que tomarse en serio la sostenibilidad en su trabajo no sólo es posible, sino que es un camino que merece la pena recorrer. Ernest es director técnico y de I+D de Verdcamp Fruits. Esta empresa ubicada en Cambrills (Tarragona) se fundó en 1933 con la familia Barbarreig y ha mantenido ese carácter familiar hasta que en 1989 se constituyó como SAT. Aun así, entre Ernest y sus primos dirigen un equipo de más de 100 empleados; la quinta generación ya, si les viera su abuelo...

En más de 300 ha producen frutas y verduras a lo largo de todo el año, algo que consiguen combinando cultivos a gran escala con otros de producción más limitada. Coherentemente con el camino hacia la sostenibilidad que han decidido tomar y que incluye la apuesta por una agricultura a pequeña escala y más cercana al consumidor, se han enfocado a la venta en supermercados y grandes superficies, dejando un poco de lado a la exportación (aunque algo de producto sí mandan fuera).

Además de diversificar cultivos, buscan "hacer las cosas bien", en parte por convicción y en parte por necesidad. Así, actualmente producen bajo los estándares de varias certificaciones: Indicación Geográfica Protegida, Producción integrada y ecológica, Global GAP, venta de proximidad e incluso los exigidos para producir la sandía marca “Fashion”. Aunque ahora mismo compatibilizan la producción convencional y la ecológica, se han marcado el objetivo de que toda su producción sea ecológica para 2025.

Y es que Ernest está convencido que la sostenibilidad ambiental será el factor diferencial en el futuro. En su empresa ya llevan unos cuantos años practicándola, ya que allá por 2014 sufrieron una plaga de pulgón de tal calibre que les hizo replantearse su manera de trabajar. De practicar una agricultura convencional, en la que los productos fitosanitarios suelen ser parte habitual de la ecuación, han pasado a aplicar diversas prácticas que contribuyen a una mayor sostenibilidad ambiental. Por una parte favorecen la biodiversidad del entorno, recurriendo al intercropping floral, el cual básicamente consiste en utilizar plantas que ofrecen refugio y alimento a la fauna auxiliar, o la instalación de colmenas, hoteles de insectos o cajas nido para murciélagos. Dado que el cuidado del suelo también resulta fundamental, como ya nos contó en su momento Isabel Vidal, están probando diversos métodos de horticultura de no laboreo, recurren a los acolchados vegetales con restos de poda y a la reutilización como compost de cosechas no comercializables. Como la sostenibilidad no está en absoluto reñida con la tecnología, en Verdcamp se apoyan en el uso de sensores remotos (humedad y tª del suelo, humedad de la hoja) como ayudantes en su gestión agrícola.

Y por si todo esto fuera poco, en 2017 comenzaron a hacer cálculos de de la huella hídrica y de carbono en 10 cultivos, convirtiéndose en la primera empresa agrícola en hacerlo. Esta iniciativa tiene bastante mérito, sobre todo considerando que para llevar a cabo los complejos cálculos que requiere, necesita que cada proveedor de insumos haga su parte, cosa que no siempre ocurre.

Todo este "complicarse la vida" para hacer las cosas de otra manera conlleva más trabajo. Y Ernest considera - con toda la razón del mundo - que este esfuerzo hay que darlo a conocer. En muchos aspectos de la vida la visibilidad es cada vez más importante y el mundo agrícola y ganadero no es una excepción vista la preocupante desconexión entre el productor y el consumidor. Por esta razón participaron y fueron seleccionados en la primera edición de los Premios BBVA a los Mejores Productores Sostenibles convocados en colaboración con El Celler de Can Roca, y que precisamente buscan dar visibilidad a agricultores, ganaderos y otros productores de alimentos.

La importancia de los organizadores ha supuesto un importante trampolín para visibilizar su estrategia; pero Ernest y su equipo no se ha quedado ahí, además de ser bastante activos en Twitter están presentes en el mundo académico (colaboran con la UB, UAB, el CREAF, URV y la Universidad de Navarra entre otros centros de estudios superiores), han participado en los European Bee Awards y recientemente en el Congreso Nacional de Apicultura con la charla "Cultivos sanos y abejas felices". Toda esta actividad parte del convencimiento de que compartir el conocimiento es la única manera de mejorar y de que tener a un compañero de fatigas al lado es una oportunidad, de poder compartir y de poder construir un sector más fuerte.

Preguntado por algunos consejos que daría a los jóvenes que quieren trabajar, recomienda en primer lugar intentar que esa conexión productor - ciudadano de la que antes hablábamos funcione las dos direcciones. Todos estamos de acuerdo que el consumidor debería saber cómo se producen los alimentos, pero no hay que olvidar que el productor de también tiene que adaptarse alguna manera a lo que pide el consumidor. En definitiva, se trata de ver a este como un activo principal de la actividad agrícola, al fin y al cabo los alimentos se producen para que la gente se los coma. Según Ernest "hay que hacer un esfuerzo muy grande para hacer ver a estos consumidores que tener un agricultor cerca también es vital y muy positivo para ellos".

Esto en la práctica supone preguntarse dónde y cómo va a vender sus cosechas antes de ponerse a producir; un ejercicio de planificación que a veces resulta mucho más complicado que limitarse a producir lo que se vende bien en cada momento.

Ser joven implica también estar abierto a las nuevas tecnologías, pero sin olvidar ese conocido eslogan publicitario que nos recordaba que "la potencia sin control no sirve de nada". Esta idea tampoco es nueva, ya nos lo apuntó el joven Marcos Esteve en un webinar sobre el proceso de transformación digital en el mundo agrícola. El uso de sensores, aplicaciones, drones o imágenes de teledetección entre otras muchas posibilidades tecnológicas que van llegando al campo pueden resultar muy útiles; o pueden no serlo si no se adaptan a la escala de trabajo o si en el fondo uno no acaba de entender lo que está haciendo. En definitiva, bienvenidas aquellas herramientas que nos ayuden a tomar decisiones, pero sin complicarnos la vida que bastante complicada es ya.

Ernest también considera importante mantener ese punto de curiosidad y valentía que permite avanzar y plantearse nuevos retos. No hay por qué tener miedo a probar, siempre a una escala que el joven agricultor pueda controlar y asegurándose que obtiene datos para analizar, particularmente los costes. No olvidemos que, como el propio Ernest también nos recuerda “ser agricultor es: poder cultivar alimentos que cuiden a la sociedad, mientras cultiva paisaje cuidando el medioambiente, sin olvidar que también es empresario y persona, y que debe cuidarse a él mismo.”

 

 

 

Antes que nada, conviene aclarar que la normativa considera “jóvenes” agricultores a aquellos con edad comprendida entre los 18 y 40 años; antes eran 35 años, pero la sociedad envejece y en el campo más aún.
Con el fin de año llegan las listas, recopilatorios y repasos varios, y desde “Somos Nuestra Tierra” no vamos a ser menos.
En la actualidad existen ganaderos que han optado por modelos rentables que no pasan por crecer indefinidamente. Y parece que les va bien.