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La Navidad, un premio para el medio rural

La campaña de alimentos que tiene lugar en estas fechas tan especiales repercute en los mercados, pero no siempre en los productores. Los consumidores podemos ayudar a ello

La Navidad, esa época que emociona, que reúne a las familias. Un compendio de estampas hogareñas, donde el frío se combate junto al fuego de una chimenea, o mediante el abrazo de los seres queridos. El momento perfecto para celebrar banquetes, para contentar el estómago. Y una época especialmente bonita de vivir en el campo, en el medio rural, donde más allá de la melancolía del paisaje, hay una economía subyacente. Es hora de que los agricultores y ganaderos pongan sobre la mesa todo lo que hacen por las fiestas navideñas. 

La cesta de comida costará una media de 216 euros en los hogares españoles, según el estudio de un portal digital. Esto nos sitúa a la cabeza de Europa en gasto de alimentos, algo que beneficia a los distribuidores, y no siempre a los productores. Compramos pescado y marisco, pero también multitud de cordero, vino, queso  jamón; alimentos que proceden de granjas y campos de toda España, desde donde reclaman notar este incremento por la campaña de Navidad. Basta con que el consumidor tenga en cuenta algunas recomendaciones.

Las frutas y hortalizas, que abundan en guisos y guarniciones, merecen un precio justo. Ya que aumenta la demanda, pero también se hace más complicado el cultivo, es posible detectar precios sensiblemente superiores. Esto no debería impedir que se apueste por la temporalidad y cercanía, ya que con apenas unos céntimos, se recompensando el trabajo y la recolección. 

Otro punto importante es comprobar el etiquetado para evitar fraudes, como por ejemplo que el producto se haga pasar por ibérico o de proximidad, cuando en realidad viene de otro país. Un truco habitual es inducir a confusión entre el lugar de origen y el lugar de envasado. Corresponde al comprador diferenciar entre los alimentos de la tierra y los que dicen serlo.

Cuando se compra carne española, como cordero, lechal y cabrito, el producto procede de animales con una edad inferior a la que se trabaja en  el resto del mundo, lo que proporciona ternura y sabor. Por razones obvias, además, el cordero de otros países nunca será tan fresco como el nacional, ya que lleva más días sacrificado y ha recorrido más distancia.

Por último, pueden servir de referencia las Denominaciones de Origen. Son muchos los productos españoles que se acogen a ellas y así garantizan que cumplen con unos estándares de calidad, variables en función de la zona. Sucede con vinos, quesos, mieles o turrones.  Y buscar su pegatina es un gesto sencillo que cualquier comprador puede poner en práctica cuando está llenando la cesta, en beneficio del agricultor, el ganadero y su propio paladar.

Antes que nada, conviene aclarar que la normativa considera “jóvenes” agricultores a aquellos con edad comprendida entre los 18 y 40 años; antes eran 35 años, pero la sociedad envejece y en el campo más aún.
Con el fin de año llegan las listas, recopilatorios y repasos varios, y desde “Somos Nuestra Tierra” no vamos a ser menos.
En la actualidad existen ganaderos que han optado por modelos rentables que no pasan por crecer indefinidamente. Y parece que les va bien.