Una opción interesante
Los frutos secos tienen "buena prensa" entre los profesionales de la salud como una opción de aperitivo saludable y nutritivo (sobre todo en su versión sin sal), tienen una gran variedad de aplicaciones en gastronomía, en la industria agroalimentaria e incluso en cosmética que suponen un importante valor añadido. Además, a diferencia de la fruta fresca, no presentan grandes problemas de conservación, lo que permite almacenarlos y transportarlos sin excesivo problema.
Factores como la alta demanda, estabilidad de precios y relativa sencillez de cultivo y manejo), entre otros, explican que la producción mundial de almendra, pistacho y otros frutos secos se ha incrementado notablemente en los últimos treinta años. Asumiendo que es realmente difícil competir con los grandes gigantes como EEUU (California) o Irán, no podemos olvidar que nuestro país ofrece unas condiciones muy favorables tanto por suelos y climatología para la producción estos frutos secos tan genuinamente mediterráneos. Tenemos por tanto una gran oportunidad para convertir estos cultivos en actores importantes dentro del panorama agrícola español.
El almendro: muchas posibilidades si se modernizan los cultivos.
El almendro es un cultivo muy importante en España desde los puntos de vista económico, social y ambiental. Actualmente está experimentando un proceso de cambio y expansión similar al cultivo del olivo: donde las circunstancias lo permiten se está pasando de un cultivo tradicional en suelos pobres de secano a cultivos intensivos de alta densidad, en suelos de mejor calidad con variedades mejoradas y en regadío. Aunque coexisten ambas realidades, la segunda está ganando terreno gracias a su mayor rentabilidad.
La mayoría de de los almendros - más del 90 % - se cultivan en secano, y tienen pocas posibilidades de mantener su rentabilidad, debido principalmente a la gran oscilación de su producción. Partiendo de esta base existen una serie de posibilidades para mejorar la rentabilidad: introducir el regadío, aunque sea para dar riegos de apoyo, diseñar la plantación pensando en su mecanización y sustituir los árboles por nuevos ejemplares, eligiendo por ejemplo variedades autocompatibles (que no necesitan ser polinizadas) y más aptas para la climatología de la zona (de floración temprana, media, tardía o muy tardía). De esta manera el cultivo del almendro ytiene muchas posibilidades de futuro, tanto en las plantaciones a marco tradicional como en nuevas plantaciones en alta densidad.
En los secanos más áridos la función del almendro es más medioambiental que económica. Pero, ¡ojo!, en estas situaciones la producción ecológica puede llegar a ser una opción interesante si se consiguen importantes diferenciales de precio.
Aquellos que opten por comenzar desde cero deben saber que la mayor parte del esfuerzo económico de la inversión se concentra en sus inicios, ya que la preparación de la parcela y la adquisición de los árboles suponen el mayor coste en la vida de la explotación. La entrada en producción depende de la variedad escogida; las más modernas suelen tardar menos en dar fruto, lo que permite amortizar antes la inversión.
El pistachero: un mercado por conquistar, si se tiene la suficiente paciencia
El pistachero comparte algunas características con el almendro. Sus exigencias agroecológicas son similares, pero al ser su floración más tardía (abril), es posible cultivarlo en zonas más frías, no aptas para el almendro.
La producción española de pistacho actualmente es baja (500 toneladas) ya que las poblaciones son todavía jóvenes. Es probable que en los próximos cinco años se superen ampliamente las 2.000 toneladas. En su mayor parte (60-70 %), la producción se exporta a los países de la UE, que es el mayor consumidor de pistachos del mundo.
La mayor parte de las plantaciones españolas están en secano, con marcos de plantación amplios (7 x 7, 7 x 6 m) sobre suelos poco profundos y permeables. Para mantener a raya a algunos hongos que atacan a la parte aérea, es importante que exista una baja humedad relativa durante los meses de verano, algo que en España no suele ser precisamente una limitación. Es también un cultivo fácilmente mecanizable, en el que se pueden utilizar los aperos para la recolección de almendra o aceituna.
Comparado con el almendro, la puesta en marcha de la plantación es más cara y compleja. Se puede recurrir a plantar el patrón (en nuestro entorno es habitual la cornicabra) y hacer el injerto directamente en campo, o comprar la planta ya injertada. La primera opción es muy delicada y arriesgada, ya que hay que esperar varios años para comprobar que el injerto realmente funciona. La segunda es considerablemente más cara. Así, los primeros cuatro o cinco años de vida de la plantación son vitales de cara al futuro: hay que estar muy pendiente de las plantas, y a ser posible contar con un buen asesoramiento. Por estas razones, aunque está aumentando bastante el número de plantaciones de pistacho en España, las cifras no son comparables con las del almendro.
Una espera de siete años hasta alcanzar la plena producción y que sea un cultivo algo más difícil de gestionar son elementos que frenan a los agricultores a la hora de optar por el pistacho. Esto permite que la oferta de producto a nivel mundial no sufra grandes oscilaciones, y por tanto los precios se mantengan.
El fruto seco producido en España tiene una gran calidad organoléptica. Igual que en el caso del almendro, existe un importante mercado de pistacho ecológico que ofrece al agricultor la posibilidad de vender mejor su producción en el norte de Europa. Por tanto, siempre que la prioridad sea una producción de calidad, este cultivo tiene mucho futuro gracias a la gran demanda existente a nivel mundial en relación a la oferta, y a la expectativa de que esta siga aumentando en el futuro.
Organización del sector para prevenir una burbuja:
No vamos a negarlo, el riesgo de que se de expansión incontrolada de estos cultivos existe. Esto no debería desanimaros, pero sí recordar lo importante que resulta tener solucionado cómo se va a vender la producción a corto, medio y a largo plazo si es posible.
Para ello se hace imprescindible cierta organización por parte de los productores y del resto del sector, para desarrollar una cadena de valor que permita vender bien toda la producción de almendra y pistacho a nivel nacional.
En resumen, estos dos cultivos son interesantes opciones de futuro, especialmente si se apuesta por una producción de calidad. Eso sí, hay que ser consciente de dos cosas: que la inversión inicial será fuerte y se tardará tiempo en amortizar, y que la clave está en saber vender bien el producto, algo relativamente fácil de hacer si se es capaz de aportar valor añadido ya sea por sus cualidades organolépticas, la presentación al consumidor o sus propiedades de cara a la industria agroalimentaria.